A la carrera, como el gato tras la rata,
como el perro tras la gata.
Como los vistazos que no ven nada
y las miradas enajenadas, que al suelo hablan.
Con prisa, sin pausa, como un torrente de ideas
mal dirigidas, mal gestionadas, que acaban podridas en una ciénaga.
A la barricada de sentimientos pétreos convertidos en muralla.
Hacia un virus, desnudo, buscando el contagio.
A la tumba de las soluciones cuando sabes que algo falla.
Como un suicida cobarde. Como un cadáver valiente.
De nada sirve precipitarse. Todo llega.
Finales que el tiempo, impuntual e inoportuno, trae a deshora.
A la carrera, de las dedicatorias macabras
de los reproches inútiles, de las carencias que estancan.
Como el presente al recuerdo, y la memoria al delirio.
Con el pasado a la espalda, como el fango que fue agua clara.
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