En este absurdo viaje
equivoqué la estación,
me aboqué, por vocación
a salvar almas salvajes,
con pesados equipajes,
en cuerpos sin corazón.
Y cedí siempre a chantajes
de silencio por pasión
pagando caros peajes
conociendo la traición.
Huye, raudo, el anfitrión,
oscurece este paisaje
y me vendo con encaje
herida en la rendición.
Yo, mi único personaje
yo, quedando sin razón...
perdida en ese lenguaje
que entraña la decepción.