¿Sabes esa llave que entra en una cerradura pero no gira?
Eso eres tú en mi vida...
la copia mala de una original perdida. La que me restringe el paso, y me deja:
abonada al abandono. Abandonada en vano. Venida de la nada exigiendo el todo. Vencida por el tono del vivir, insano, vislumbrando agua clara convertirse en lodo, y los árboles perennes pudrirse en las raíces, soy la savia relegada a tu pozo más seco que dejó de latir por pereza, y no queda más que aprender a filtrar la inmunidad que cabe en la indiferencia. Pero prefiero amputar de cuajo a que la herida escueza, y echaré la puerta abajo sin hacer caso a la enmienda del letargo y las excusas.