Fue marinero, lobo de mar, pescador de tesoros, cazador de peces... Y ahora con sus manos agrietadas, rozando la vejez, y los ojos verdes pequeñitos de mirada adormecida, entre los surcos profundos de las arrugas cosidas al párpado, va tejiendo con cuidado las redes rotas al pie del puerto. Los jóvenes no le dejan salir a la mar porque los huesos no sostienen su cuerpo en los vaivenes furiosos de las aguas y ya les ha dado algún susto en forma de mareo o caída.
__ ¡Qué aprensiva es esta juventud!__ se lamenta viendo el barco alejarse, mientras los primeros rayos del alba rompen en destellos las crestas espumosas de las olas mecidas.
Su nieta pequeña, María, le ha pedido un collar de conchas. Así que, al terminar con los aparejos, recoge, dejando la red enrollada y baja a la playa caminando despacio...La arena ha dejado de ser negra hace unas horas y deja ver la marca de cómo la marea, poseída por la luna, ha ido bajando. Agacha el espinazo a punto de quebrarse y reune una a una las valvas* que le parecen bonitas, dándoles el visto bueno rozándolas con los dedos encallecidos, frotándolas suavemente quitando la arena seca y la sal pegada. La que ve digna de ir al cuello de su nieta, envuelta en su pañuelo blanco, la echa al bolsillo.
Ya en casa, sentado a la sombra del limonero del patio, vuelca el contenido del pedazo de tela cuadrado, y con un punzón y mucho tiento, atraviesa la concha por su lado más grueso, por dos veces, haciendo dos agujeros, para que al pasar la tanza*, los colgantes queden amoldados al escote por su parte cóncava. Y así, dejándose los ojitos lagrimosos, va trenzando en el hilo, la concha por su umbo* y los nudos, para que no se muevan del sitio.
A modo de adorno central pone una caracola, casa abandonada de algún cangrejo ermitaño, y la deja colgando por su canal sifonal perforado con tino.
María llega del colegio a la hora de comer y a cambio de un collar tan artesanal, premia a su abuelo con un sonoro beso y sonriendo, mientras deja ver su boquita mellada, dice:
__ Cuando venga papi de la mar, le ensañaré mi collar, abuelito.
Se lo cuela por la cabeza, y sale corriendo de un lado a otro de la casa, al tiempo que grita...abuelitaaaaaaa, abuelitaaaaaaaaaa...
El viejo pescador se siente inmensamente contento. Alguien que es capaz de sacarle una sonrisa a un niño no puede llamarse inútil, ni ser considerado un torpe trasto.
Desde hace dos años, Roque el Lento (como es conocido en el pueblo) hace collares de conchas con sus manos. Ha introducido los cordones de cuero con los que recubre el nylon, los cierres plateados para abrochar los collares prescindiendo así de los nudos antiestéticos, y esquirlas de piedras coloridas que en la orilla de su playa encuentra. Los ofrece a los veraneantes en el nuevo paseo marítimo, antaño espacio que fue cama de las dunas. Y con lo que se ha ido sacando, ha ahorrado, usando un bote de cristal a modo de alcancija, le ha comprado a María un collar de oro, con siete conchitas talladas, y en la del centro ha hecho grabar por dentro su nombre.
Espera sentado a la sombra del limonero a que llegue María de las clases, y cuando entra, risueña y alborotada, le da el obsequio. Ella pone los ojos como platos y parpadea asombrada, con la boca muy abierta:
__ Pero abuelo, ¿has hecho tú esto? __pregunta sin apartar la mirada del collar.-
Él ríe divertido y le explica que lo ha comprado para ella en una joyería.
Ella se pone muy seria, pensativa, y pregunta bajando la voz...
__ Abuelo, ¿puedo decirte una cosa y no te enfadas conmigo?
Roque asiente.
__ Me gusta más el que tú me hiciste, ¿es que quieres que te lo devuelva?__ y lo saca de debajo de la camiseta y se lo muestra.
El abuelo se abraza a ella al tiempo que le susurra...no hija no, a mi también me gusta más el que llevas puesto.
Y ella, con sus nueve años a cuestas, le comenta:
__ Es que lo que te ha costado tu tiempo no lo cambiaría por nada que valiese dinero__
¡Qué poco hace falta para emocionar a un niño! ¡Y menos aún a un abuelo!
*Vocabulario:
Valva: una de las dos partes de la concha de un bivalvo, una concha está compuesta de dos valvas.
Más información: http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/d/d9/Valva-VistaInterna.png
Tanza: sedal de la caña de pescar.
Umbo: escudo, cazoleta de broquel.
Alcancija: Denominación coloquial usada frecuentemente en Andalucía, no contemplada en el diccionario de la RAE (Real Academia Española), para hacer referencia a las alcancías (huchas).