Nos hemos refugiado el uno en el otro,
escondiendo las miserias que ahora salen, al tiempo...
Mostrando lo que queríamos ser, ocultamos lo que fuimos.
Hablamos de gritar, entre susurros.
Y el uno al otro, nos convencimos.
Nos ofertamos, y nos mentimos.
Pero siempre llega el desvelarse,
el tirar el hilo de la impaciencia, del inconformismo,
del esperar más del otro.
De reprochar defectos que fueron virtudes.Y el revelado vuelve a ser un resultado opaco, carente de lado nítido,
contraste al máximo donde hubo brillo. En nuestros ojos.
A nuestros ojos, las cosas que más repetimos,
son las que antes dejan de tener sentido... "Te quiero", "estaré siempre contigo".
Vale la pena entonces desaparecer, sin explicaciones,
dejándolo todo a medias, porque lo que está por acabar es lo que dura.
Sin despedidas melancólicas, sin conversaciones monótonas,
sin dilaciones, sin trucos para volver... desaparecer...