En este absurdo viaje
equivoqué la estación,
me aboqué, por vocación
a salvar almas salvajes,
con pesados equipajes,
en cuerpos sin corazón.
Y cedí siempre a chantajes
de silencio por pasión
pagando caros peajes
conociendo la traición.
Huye, raudo, el anfitrión,
oscurece este paisaje
y me vendo con encaje
herida en la rendición.
Yo, mi único personaje
yo, quedando sin razón...
perdida en ese lenguaje
que entraña la decepción.
3 comentarios:
Uy, un viaje bastante desalentador, ¿no es cierto?
Bueno, que los vientos te sean más propicios ;)
besos
Nada, nada... de todo se aprende... y mientras viajamos, nos movemos, y mientras nos movamos, creceremos y no dejaremos de soñar...
Un abrazo :)
Agradezco los comentarios que no publico por petición de los autores... Y es que tras una declaración de libertad queda una cadena abierta...
Un beso.
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