Nos hemos refugiado el uno en el otro,
escondiendo las miserias que ahora salen, al tiempo...
Mostrando lo que queríamos ser, ocultamos lo que fuimos.
Hablamos de gritar, entre susurros.
Y el uno al otro, nos convencimos.
Nos ofertamos, y nos mentimos.
Pero siempre llega el desvelarse,
el tirar el hilo de la impaciencia, del inconformismo,
del esperar más del otro.
De reprochar defectos que fueron virtudes.Y el revelado vuelve a ser un resultado opaco, carente de lado nítido,
contraste al máximo donde hubo brillo. En nuestros ojos.
A nuestros ojos, las cosas que más repetimos,
son las que antes dejan de tener sentido... "Te quiero", "estaré siempre contigo".
Vale la pena entonces desaparecer, sin explicaciones,
dejándolo todo a medias, porque lo que está por acabar es lo que dura.
Sin despedidas melancólicas, sin conversaciones monótonas,
sin dilaciones, sin trucos para volver... desaparecer...
1 comentario:
Lo que parece muy difícil es no haber dejado alguna huella, aunque se desaparezca, igual que un clavo retirado de la madera sigue dejando un orificio como muestra de que allí estuvo clavado.
No es tan fácil desaparecer del todo.
besos :)
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