Tú que te alimentas de los sueños incompletos mientras las cenizas del pasado
ungen la chimenea del destino, entre las corrientes: arriba, abajo.
Donde aplastada se abandona la memoria entre las llamas vivas y los troncos muertos.
Esperas que la mirada hipnótica se pierda pero no que te encuentre.
Susurros, carcajadas, hacen crepitar las decrépitas facciones de quien,
enfrente, busca las respuestas que sólo tú puedes ofrecerle. Maldito duende.
Olvido los avisos, me adentro, me quemo, me sumerjo en tu deseo.
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